MANERAS DE PENSAR QUE PUEDEN SER MUY TÓXICAS PARA NUESTRA VIDA
- Tony Guerra
- 9 nov 2017
- 6 Min. de lectura
Ya muchas veces anteriormente he mencionado que el cerebro human es lo más complejo que puede existir en el universo, y en verdad así lo veo yo. Ninguna computadora, cámara fotográfica, o cualquier otra cosa, animal, o ser viviente puede hacer lo que el cerebro humano es capaz de hacer. Pero debo mencionar que el cerebro es tan poderoso que puede ser una arma de doble filo: puede ayudarnos a tener un éxito total en todo lo que hacemos, o puede hundirnos por completo y ser nuestra ruina.

Si cuidamos nuestra salud mental y hacemos algo para nutrir nuestros pensamientos saludablemente podremos obtener resultados muy positivos. Por el contrario, los pensamientos negativos pueden terminar inundando nuestra mente, afectando nuestros comportamientos y decisiones, y siendo causa de un malestar que nos hemos provocado nosotros mismos. Por eso es importante identificar las formas de pensar que pueden ser muy tóxicas para nuestra vida, y saber cómo combatirlas. A continuación presento, brevemente, algunas formas tóxicas de pensar, y una breve recomendación para combatirlas.
LA EXAGERACIÓN
En muchas ocasiones, y en la mayoría de ellas sin darnos cuenta, nos limitamos a ver algunas situaciones de la vida sólo en blanco y negro, sin disfrutar los muchos colores que nos rodean. Ante un evento negativo, exageramos sus repercusiones, las amplificamos y las catalogamos como una “catástrofe”. Diariamente las noticias y las redes sociales contribuyen a este problema creando una sociedad donde cualquier problema se ve como un “desastre”. Sin embargo, en el plano personal es importante mantenerse atentos a este mecanismo tóxico porque solo nos sirve para aumentar la desazón, desesperanza y tristeza.

¿Cómo combatirlo? Aprendiendo a descubrir los aspectos positivos que encierra cada problema y realizando comparaciones con sucesos similares, de manera que logremos asumir una perspectiva más objetiva.
LOS DEBERÍA
La planificación es una de las principales funciones del pensamiento, gracias a la cual podemos organizar nuestro comportamiento y prever sus consecuencias. Sin embargo, muchas personas cometen el error de planificar demasiado y poner en práctica muy poco, por lo que se convierten en víctimas de los “debería”. Aplicamos esos "debería" a aquellas cosas que nos gustaría hacer pero que nunca concretamos, ya sea por falta de tiempo, porque no creemos que seamos capaces o simplemente porque las aplazamos para cuando las condiciones sean idóneas. En otras ocasiones esos "debería" adoptan la forma de recriminaciones, de cosas que nos hubiera gustado hacer de manera diferente. Obviamente, este tipo de pensamiento genera una gran frustración porque es como si viviéramos mirando continuamente en otra dirección, una dirección que nunca nos atrevemos a tomar.

¿Cómo combatirlo? No se trata de cambiar radicalmente de vida o de lanzarse al vacío sin paracaídas pero para eliminar esta forma de pensar, debemos analizar cuáles de estos deseos pueden llegar a buen puerto y debemos empezar a dar pasos en esa dirección, aunque sean muy pequeños.
LA GENERALIZACIÓN
En muchas ocasiones la generalización es una operación del pensamiento muy útil que nos permite llegar a conclusiones con respecto a casos específicos, pero muchas veces la generalización se vuelve en nuestra contra. Cuando comenzamos a ver patrones donde no existen y asumimos que un caso puede ser válido para todos, llegamos a conclusiones erróneas que dan lugar a creencias del tipo: “todas las mujeres/hombres son…” o “todas las personas de tal país/raza son…”. La generalización da pie a una serie de estereotipos que, a la larga, determinarán nuestras actitudes, comportamientos y decisiones, cerrándonos las puertas a las oportunidades y creando problemas en nuestras relaciones interpersonales.

¿Cómo combatirlo? Estando atentos a las palabras, “todos”, “nunca” o “siempre” que generalmente decimos antes de la generalización. Cuando detectemos que estamos a punto de realizar una generalización, debemos detener el curso del pensamiento e intentar abrir nuestra mente a la experiencia.
LA ADIVINACIÓN
Una de las principales tareas del pensamiento es atar cabos sueltos y sacar conclusiones. Sin embargo, a menudo caemos en el error de sacar conclusiones sin tener toda la información de alguna situación, y a esto se le conoce como pensamiento adivinatorio. En muchas ocasiones sacamos una conclusión casi siempre negativa ante un hecho y sin tener evidencias suficientes. Por ejemplo cuando llamamos a nuestra pareja y no recibimos respuesta inmediata, o cuando nuestra pareja tarda en llegar a casa sin avisarnos. Muchas personas juegan al adivino y piensan que la pareja está teniendo una aventura, aunque no tengan ninguna prueba concluyente. Lo peor de todo, es que asumimos esa conclusión como real y, en base a ella, regulamos nuestro comportamiento. Es así como surge uno de los problemas más comunes, difíciles, y hasta peligroso entre las parejas...los celos, y muchos otros problemas en las relaciones interpersonales.

¿Cómo combatirlo? Antes de sacar una conclusión, debemos preguntarnos si tenemos las evidencias suficientes o si se trata tan solo de una elaboración de nuestro cerebro, de una proyección de nuestras inseguridades. Y si nos quedan dudas, lo mejor es preguntar. Para combatir los celos es muy importante trabajar con un psicólogo y aprender estrategias para mejorar la confianza.
LA ETIQUETACIÓN
La palabra “etiquetar” se ha vuelto más común con el surgimiento de las redes sociales, pero en realidad siempre hemos vivido en un mundo perfectamente etiquetado. De hecho, si lo pensamos bien, la mayoría de las etiquetas son cómodas y nos ayudan a orientarnos. Pero, cuando colocar etiquetas para todo y todos se convierte en la norma terminamos adoptando una forma de pensar rígida que bloquea nuestro desarrollo personal. Cuando creemos que somos de tal o cual manera y nos etiquetamos así, estamos negando nuestras potencialidades. Y si creemos que solo servimos para hacer determinadas cosas, no nos atreveremos a emprender otros caminos y nos estaremos condenando a la inmovilidad, a una vida donde lo nuevo no tiene cabida.

¿Cómo combatirlo? Ante todo, debemos preguntarnos de dónde proviene esa etiqueta. En muchos casos se trata de una etiqueta que nos han colocado nuestros padres o amigos, quizás porque fuimos así en determinada etapa de nuestra vida pero eso no significa que sigamos siendo esa misma persona o que no podamos cambiar...si, escuchaste bien, esa idea de que “las personas no cambian” es, desafortunadamente, lo más falso que nos hemos creído de lo que hemos escuchado. Pero este tema lo vamos a explorar en una publicación posterior, así que les invito a que estén pendientes.
LA CULPABILIDAD
Los seres humanos tenemos la costumbre de pensar en términos de causa-efecto, por eso, cuando sucede algo negativo, queremos saber cuáles fueron las causas. Sin embargo, hay ocasiones en las que la búsqueda de esas causas se convierte en una cacería de brujas y aparece el pensamiento de culpabilidad. En ese caso, lo que nos importa no es aprender del error sino simplemente encontrar el o los culpables y juzgar, ya sea a los otros o a nosotros mismos.

¿Cómo combatirlo? Lo mejor es desechar de nuestro vocabulario la palabra culpa y comenzar a pensar en términos de responsabilidad. Cuando algo ha salido mal, debemos aprender a asumir diferentes puntos de vista para analizar la situación desde la mayor cantidad de ángulos posibles, para poder formarnos un cuadro lo más completo posible de lo sucedido.
EL OPTIMISMO INGENUO
Hay un enemigo que normalmente pasa desapercibido cuando hablamos de las formas de pensar erróneas que intoxican nuestra vida, pero que se ha puesto de moda en los últimos años de mano de la Psicología Positiva: el optimismo ingenuo. Se trata de un pensamiento positivo exagerado que apenas tiene puntos de contacto con la realidad y que, obviamente, tarde o temprano conduce a la frustración. En este caso, el problema radica en que creemos que podremos lograr todo lo que nos propongamos, solo con el esfuerzo. Sin embargo, para lograr las metas en la vida, la perseverancia y la motivación no son suficientes, existen otros factores que debemos tener en cuenta o correremos el riesgo de sufrir una profunda desilusión.

¿Cómo combatirlo? Poniéndonos en el lugar de un administrador. Si queremos lograr algo o nos encontramos frente a una situación particularmente difícil, debemos hacer inventario de nuestros recursos psicológicos y de la ayuda que podemos recibir. Así podremos tener una imagen más objetiva de la situación, adecuar nuestros objetivos y trazar nuestro plan.
Como siempre si desean saber más de los peligros de incorporar estas erróneas maneras de pensar que intoxican nuestras vidas, y otras muchas maneras de combatirlas, no duden en contactarme para que charlemos.





















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