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EL DOLOR EMOCIONAL

  • Tony Guerra
  • 11 jun 2018
  • 4 Min. de lectura

¿Alguna vez has meditado en la posibilidad de que tus dolores físicos pueden tener su origen en tus emociones? Muchas de las situaciones y muchos de los dolores físicos que tenemos son la manifestación de un dolor emocional por las diferentes experiencias negativas de la vida. Créeme, si no cuidas tu salud mental, si no gestionas tus emociones, si no las escuchas, ellas tienen una forma muy especial de llamar tu atención.

Si tienes dolores crónicos de espalda, de cuello, si sufres bruxismo (apretar los dientes) o si tiendes a tener úlceras o problemas de estómago, sigue leyendo para conocer la correlación entre esos dolores y tu estado emocional.

El poder de las emociones y cómo se manifiesta en forma de dolor emocional

Existen numerosas investigaciones que avalan el poder de las emociones sobre el cuerpo humano. Estas investigaciones muestran que las emociones que no gestionas adecuadamente, que callas, que ignoras, se manifiestan en tu cuerpo en forma de dolor y hasta incluso enfermedades. Si algo te duele, es que no estás escuchando a tus emociones. Por eso en muchas ocasiones nuestro dolor no se va por muchas pastillas que nos tomemos.

Necesitamos encontrar qué problemas emocionales están causando nuestros dolores y problemas físicos. A continuación comparto unos ejemplos de algunos dolores generalizados que esconden en realidad un dolor emocional muy grande, y unos consejos para poder aliviar con esos dolores. Quizá te identifiques con alguno de estos ejemplos e incluso puedas saber cómo afrontar tus dolores si es que son dolores emocionales.

Distintos dolores físicos y sus posibles causas emocionales:

Dolor de espalda:

Estás a cargo de muchas responsabilidades: en el trabajo llevas muchas tareas y muchas otras personas dependen de ti. Además, eres quien lleva el dinero a casa y pagas la mayor parte de las facturas. La educación de los niños, la alimentación, las actividades de ocio… todo pasa por tu filtro y necesitas darle el visto bueno. No sabes delegar (o no quieres) y te llevas trabajo a casa siempre que puedes. Sin duda, eres un ejemplo de fortaleza, tesón y aplomo… pero a qué precio.

Consejo: Delega responsabilidades, no quieras acaparar más de lo que eres capaz de llevar. Pregúntate qué es lo que de verdad quieres hacer y qué es lo que tienes que hacer; intenta reducir la lista de “tengo que” y comenzar a vivir tu tiempo con lo que de verdad te apasiona.

Dolor de cabeza:

Tus pensamientos se agolpan en tu mente, necesitarías 27 horas al día para poder llevar a cabo todo lo que tienes que hacer. No expresas tus pensamientos, no vaya a ser que se enfade la otra persona, acatas órdenes (aunque no las compartas) y reprimes tu opinión. Piensas que llorar es una debilidad, que puedes con todo y con más y que las apariencias son importantísimas (por eso te preocupas de mantenerlo todo bajo control y no dar un sólo paso en falso). Pospones todas las decisiones importantes porque nunca es el mejor momento de tomarlas y sin embargo no paras de tropezar con la misma piedra. Piensas demasiado y a veces te enfadas de darle tantas vueltas a las cosas. Incluso puede ser que quieras conseguir un objetivo que te parece inalcanzable.

Consejo: No te esfuerces en ser quien no eres. Concédete tiempo y reflexiona todas las posibilidades: asimilar nuevas situaciones requiere su tiempo. El cambio es necesario, forma parte de la vida. Necesitas ponerte en marcha y sacar esos pensamientos que se agolpan en tu mente. Pasa a la acción.

Dolor de estómago:

Estás en una situación incómoda, en la que no te sientes seguro. No eres capaz de aceptar ni “digerir” ciertos acontecimientos de tu vida. Tiendes a ser terco con tus ideas y llevarlas a cabo. No te gusta improvisar y que las cosas sucedan distintas a como las habías pensado. No toleras comportamientos, hábitos o formas de ser distintas a la tuya y eres muy rígido en cuanto a “ceder” se refiere. No llevas nada bien los cambios y haces montañas de los granos de arena.

Consejo: Acéptate, acepta a los demás y admite que hay distintos puntos de vista sobre la realidad. No tienes la verdad absoluta. Ve mundo, viaja, relaciónate con más gente y amplía tu visión. Elimina de tu mente la división “o todo o nada”, no todo es blanco y negro, existen matices y ahí radica la belleza. Te invito a que dejes de querer controlarlo todo y empieces a ver qué responsabilidad tienes respecto de las situaciones que vives en tu vida. No cambies a los demás, cámbiate tú. No vivas en modo expectativas, vive en modo realidad.

Dolor de cuello y cervicales:

No encuentras tu sitio en este mundo. Te preocupa el futuro y dónde estarás dentro de un año o diez. Tu familia es tu mayor tesoro pero a la vez tu mayor preocupación. El miedo vive en ti y campa a sus anchas por tu cuerpo. Y además eres incapaz de expresar tus emociones como quisieras. Puedes incluso tener problemas para comunicarte o para hacer que te escuchen. Es muy común en las personas con dolor de cuello el no aceptarse a sí mismas (un ejemplo claro de dolor emocional). Te juzgas por el pasado y no te perdonas ciertas situaciones que ocurrieron o están ocurriendo.

Consejo: No te sientas culpable, perdónate y perdona a los que te han ofendido, sólo así podrás avanzar en la vida. Practica de manera consciente la respiración, nota cómo entra y sale el aire y su recorrido por tu sistema respiratorio. Si necesitas hablar de un tema importante, háblalo, no te lo calles, te darás cuenta que todo lo que se comparte pierde gravedad.

¿Te han resonado? ¿Algo en tu interior ha vibrado? ¡Estas pueden ser las manifestaciones de un dolor emocional! Aprende a gestionarlas y resolverás muchos problemas en tu cuerpo.

Si deseas saber más de otras enfermedades asociadas con el dolor emocional, o si deseas saber maneras adicionales y efectivas de aliviar tus dificultades emocionales, no dudes en comunicarte conmigo para que charlemos…¡cuida tu salud mental!

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