ENFERMEDADES DE LA MENTE: EL NARCICISMO MALIGNO
- Tony Guerra
- 5 feb 2018
- 5 Min. de lectura
El narcisismo maligno es un síndrome psicológico que comprende una mezcla extrema de narcisismo, comportamiento antisocial, agresión y sadismo. A menudo sintiéndose grandioso, y siempre listo para elevar los niveles de hostilidad, el narcisista maligno socava a las familias y organizaciones en las que está involucrado, y deshumaniza a las personas con las que se asocian. En el dibujo a continuación el universo está representado por el cuarto, y la manzana representa la manera en que un narcisista maligno piensa de sí mismo.

Otra característica de estos pacientes es que tienen un gran encanto, ya que suelen estar dotados de altos niveles de locuacidad y de inteligencia, lo que hace que resulten personas muy atractivas a la hora de relacionarse con ellas…al principio.
Este encanto personal les posibilita para disimular la manipulación que ejercen sobre los demás con engaños y multitud de recursos parecidos, por lo que son pocos quienes se dan cuenta de la verdadera personalidad del narcisista maligno…hasta mucho después.
Estas personas necesitan ser admirados de forma continua, por lo que en su relación con los otros que puedan quitarles el mínimo espacio sienten mucha rivalidad y envidia, que se suele reflejar en su tendencia a explotar y manipular a los demás. Tienen además una gran tendencia a la grandiosidad y al exhibicionismo, derivados también de esa necesidad de admiración.
A continuación les comparto los 7 rasgos más característicos de esta enfermedad:
1. La persona presenta un grandioso sentido de auto-importancia (ej., exagera los logros y capacidades, y siempre espera ser reconocido como superior a los demás). Presencia, asimismo, de un sentimiento exagerado de ser alguien “especial” al que nadie debería contradecir, por estar dotados de un talento superior al de las demás personas. Este sentido de “grandiosidad” les hace pensar que sólo pueden ser comprendidos por, o sólo pueden relacionarse, con otras personas (o instituciones) que son también “grandiosas” o de alto status.
2. Estas personas presentan rasgos asociados a la mitomanía (tendencia o inclinación patológica a fabular o transformar la realidad al explicar o narrar un hecho). Existe un cierto gusto y atracción por la mentira, lo cual los lleva a prometer el cielo, el mar y la tierra a quienes los escuchan con tal de conseguir sus objetivos, para luego olvidarse completamente, en una suerte de ataque de amnesia de todas las promesas hechas, siendo muy propensos a las “vueltas de carnero”, borrando con el codo aquello que escribieron con la mano.
3. La persona suele ser muy pretenciosa y mantiene expectativas irrazonables de recibir un trato de favor especial. Muestran la convicción personal de que “los otros” –y el mundo entero– deben adaptarse a ellos, así como a sus normas, directrices y decisiones, por malas, erradas o impresentables que éstas sean. Muestran expectativas irrazonables de recibir un trato especial y que se cumplan todos sus deseos sin oposición. (El fundamento que utilizan es muy simple: “Porque yo lo digo” o “Porque yo lo quiero así”).
4. La persona se caracteriza por ser interpersonalmente explotadora. Por ejemplo, saca provecho de los demás para alcanzar sus propias metas. Muestra una tendencia a dividir el mundo: “yo y el otro”, “yo bueno, ellos malos”, con una clara tendencia a estereotipar a los oponentes como “malignos”, “incapaces”, “débiles”, “cobardes”, proyectando, por esta vía, en “los otros” sus propios rasgos negativos, sus defectos y deficiencias.
5. La persona presenta una carencia total de empatía. Así mismo, es reacia a reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás. Si bien fingen “interés” y “preocupación” por quienes los rodean, en las personas afectadas por este trastorno existe una cierta incapacidad para experimentar –aunque sea de manera transitoria– el estado emocional de las otras personas, tanto así, que este tipo de sujetos son capaces de molestarse y enfurecerse si el “evento doloroso del otro” llegara a entorpecer su propio bienestar.
6. La persona tiende a envidiar frecuentemente a los demás o cree que los demás le envidian a él. Su egomanía y egocentrismo les impide ver sus faltas, incompetencias e ineptitud, mostrando una clara tendencia a la victimización y de ser objetos de la envidia y maldad de “los otros”. Nunca asumen responsabilidades de ningún tipo, sean éstas de tipo personal, política, social o económica, por su incapacidad patológica para reconocer los errores cometidos y asumir la responsabilidad. Y cuando estos errores se producen son, precisamente, “los otros” los causantes del error, pero nunca ellos, en cuyo caso, niegan el haber estado al tanto de los hechos o de haber tenido conocimiento de los sucesos que condujeron al descalabro.
7. La persona presenta comportamientos o actitudes arrogantes o soberbios. Actúan y toman decisiones sin medir las consecuencias y sin consultar a nadie, porque piensa que ellos son infalibles y, en consecuencia, no expuestos a cometer errores. Si alguien se atreve a llevarles la contraria, son capaces de desencadenar un alto nivel de furia y cólera (o “cólera narcisista”) sobre quienes se atrevieron a desafiarlos, porque sienten que se ha puesto en duda su capacidad para mandar, de dar órdenes o de tomar decisiones, aun cuando éstas órdenes y decisiones tengan consecuencias negativas o en grado de catastróficas.
Otras características comunes incluyen: Falta de sentimientos de culpa y de vergüenza. Mentiras e insinceridad. Conducta anti-social sin aparente arrepentimiento. Indigno de confianza. Falta de empatía en las relaciones personales. Estas personas sienten un resentimiento profundo sobre el objeto de la primera dependencia: la madre. Piensan en todo lo “malo” que experimentaron cuando estaban creciendo y creen que su madre fue mala (que no está, que no atiende, que no habla, que no entiende el llanto ni el dolor del bebé).
Todo esto convierte a quien padece este trastorno en una persona perversa, que no tiene ningún sentimiento de culpa y de vergüenza, y que no es capaz de desarrollar ninguna empatía en las relaciones personales, por lo que puede llegar a dañar a su familia o su pareja sin mostrar arrepentimiento.
Cabe mencionar que hay una gran diferencia entre una persona con una sana AUTOESTIMA y alguien con el trastorno de NARCICISMO. A continuación una simple explicación con esta imagen que espero sea suficientemente clara para todos:

Nota especial del sentimiento de ENVIDIA que muestran las personas con este trastorno:
La envidia normal está bastante relacionada con la admiración. Es la otra cara de la moneda por así decir. Si yo envidio los éxitos académicos de un compañero en realidad estoy admirando sus cualidades para alcanzarlos, le llamamos “envidia sana”. Pero este tipo de personas no sienten envidia por los éxitos concretos de nadie -pues no están interesados en nada- sino que sienten envidia de que los demás tengan objetivos, se aficionen o se enamoren de algo y persigan un camino personal, o simplemente que reciban algún cumplido de alguien.

Esta publicación es meramente informativa, si tú, o alguien que conoces está interesado en participar en un diagnóstico o de la recomendación de un tratamiento, te invitamos a acudir a un psicoterapeuta para que trate tu caso en particular. Mándame un mensaje ya sea que seas tú quien siente que tiene esta enfermedad, o si vives con alguien que la sufre para agendar una cita y ver la manera de ayudar a esa persona.





















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